Sin Fonía
Un papelito con mi nombre se deslizó al interior del sobre manila. Le habíamos pedido a la homenajeada –la Sra. Molina, en su último día– que sacara uno. Salió el mío. Dos mujeres, frente a mí, me dedicaron una mirada fulminante. Una no se aguantó y vomitó su sarcasmo, que salpicó a los presentes con su veneno: – ¡Así que va Maru, en nuestra representación! – exclamó y agregó casi como un quejido– ¡Con esa facilidad de palabra suya…! El Gerente General había recibido una invitación para participar de la celebración de los cien años de una empresa de punta. El lugar era la mejor sala de conciertos de la ciudad. El plato fuerte: un concierto de una de las bandas de rock más grosas, acompañada por una sinfónica. Pero no podía ir, o pensó que no le iba a gustar. Pocos días después, el mismo día del concierto, recibí la invitación electrónica. El evento era una gala, y tenía que ir vestido acorde. Mi traje lo tenía mi hijo, prestado para un casamiento, así que, con poco tiempo para solucion...