Giros

 


 

"Me gustó verte hoy, fue una buena despedida"

Es casi medianoche y me cae ese mensaje. Si, a mí también me gustó verla; pero, no me cuadra  "despedida", yo hubiese puesto "comienzo". El siguiente mensaje es tajante y me obliga a repasar los acontecimientos de esa jornada para entenderlo.

 *

Ese día Natalie había llegado un rato antes del mediodía. Puse a hornear un pollo arrollado. Picamos sobras de Noche Vieja y tomamos unas cervezas. Olía rico, pero el almuerzo se fue enfriando mientras se calentaban las horas. Después de unas siesta reparadora, hubo un momento de desazón.

Había preguntado cuáles eran mis objetivos para el año. Contesté que aprender a tocar la guitarra. No lo tenía pensado, podría ser algo para hacer. El instrumento en su funda, estaba a la vista, me lo habían prestado dos años atrás, por la época que conocí a Natalie. Las cuerdas de metal me lastimaban los dedos y no tuve paciencia para que se me hicieran callos, ni impulso para cambiarlas por unas mas amables de nylon.

—¿Qué más?— insistió dándome otra oportunidad antes de mostrar abiertamente su decepción.

Otra vez las circunstancias me iban a hacer banal. Estaba boca arriba frotándome con ambas manos la panza, que después del último invierno no había logrado desinflar.

— Ponerme en forma   intenté bromear.

Ella estaba de costado con la cabeza apoyada en su mano, el codo en ángulo recto sobre la cama. Esa pose acentuaba la loma de su cadera, cuya tostada perfección era apenas interrumpida por una fina cinta pálida. Aún hermosos, sus volúmenes me alertaron que la tontera de recién no se aplicaba solo a mí.

— Con aflojarle un poco a tus adorados bizcochos ya estarías mejorando — me hacía notar su molestia refiriéndose a uno de mis errores de comienzo de la relación, cuando alabé una panadería a la que mencioné conocía por frecuentarla con su antecesora. Cada vez que me refregaba esa torpeza, deseaba volver a ese día para tener la oportunidad de cerrar la bocota. Aunque, si tuviera una sola chance de eliminar derrapes, elegiría borrar aquella acotación idiota, cuando paseando subió el volumen en la radio y le dije: ''Esa era su canción preferida".

Ya no había en la habitación más elementos que me ayudaran a planificar, así de la nada, mi año. Mi creatividad solo me permitió intentar una escapatoria del mal momento que estaba pasando. Así que le pregunté por sus metas.

— Dejar de perder el tiempo y mi juventud. Me estoy achanchando en esta relación. Mucha cabeza, mucha piel...— manoteó su ropa y empezó a vestirse —pero yo necesito más: planear un viaje, una escapada de fin de semana, ¡ver un atardecer!— exageró el tono como si fuera una cosa muy difícil de hacer. Rescató sus sandalias de debajo de la cama.

— Que me extrañes...que tengas ganas de verme no me alcanza  remató clavándome los ojos al incorporase ya para irse.

*

En realidad tenía planes. A muy corto plazo. Los podía cumplir esa misma tardecita, ya que me había quedado solo antes de lo previsto. Ver el final de la serie que había evitado terminar el año pasado. Fui dosificando el consumo de los últimos episodios de la sexta y última temporada. Ya no podía seguir esperando, en el primer día del año iba a ver los ciento treinta minutos finales de Better Call Saul.


(¡Ojo! siguen spoilers)


Kim y Jimmy. Primero compañeros de trabajo que se escapaban juntos a compartir un cigarrillo. Luego son compinches de trapisondas donde disfrutamos que engañen a algún sorete. Pasan a establecer su propio estudio legal; aunque con méritos distintos, ambos son competentes abogados.  Amantes, se casan por conveniencia y tuvieron unos años de alto voltaje, que incluyeron acciones que terminaron muy mal trágicas y que llevaron a su separación. Juntos eran lo mejor de lo peor. Jimmy se volvió Saúl Goodman, un abogado tan inescrupuloso como exitoso. Fugitivo de la justicia, se esconde trabajando en una recóndita panadería bajo el prosaico alias de Gene Takovic. Kim pasó de ser la abogada estrella de una gran firma a una defensora de oficio y al final de la historia solo es una anodina vendedora de aspersores.

Para lograr cerrar todos los hilos de la historia, los guionistas utilizan la máquina del tiempo de la narrativa: el flashback. En dos oportunidades Saúl pregunta a su interlocutor qué haría si tuviese una máquina que le permitiera viajar por la cuarta dimensión, la del tiempo: 

Mike, el veterano matón, exoficial de policía corrupto, volvería al momento que recibió su primer soborno.

Walter, el profesor de química devenido en narco pesado, extorsionador y asesino, estalla furioso por lo imposible de la pregunta y le espeta que solo le está preguntando por los remordimientos; como sea, tanto él como Saúl tienen anhelos frívolos al elegir a que instante regresarían, que pudiera haber enderezado el curso de sus vidas. No muestran ningún pesar en sus conciencias; talvez, no han vivido tanto como el viejo arrepentido.

Cuando Jimmy/Saúl/Gene es capturado, después que se hace visible al volver a las andadas, parece que nuevamente se va a salir con la suya, al estilo de Saúl Goodman, negociando una condena que es un chiste por lo leve, utilizando vericuetos de la ley que es muy sagaz para encontrar y así burlarla. Al momento de hacer su declaración final, en la sala de justicia ve que Kim está presente. Sabe que ella ya ha confesado su parte, pero no está tan seguro que solo reciba una pena pecuniaria por ello. Entonces ante la sorpresa de todos, incluida la mía, realiza la confesión de todas sus faltas, alejando así las implicaciones para Kim. 

Jimmy, a falta de una máquina del tiempo, cambia el rumbo de su vida con su confesión, que lo acerca a expiar su culpa y, de esa manera, no complicar el futuro de Kim, haciéndose cargo de todo. Pero también, se sale una vez más con la suya, que en ese momento es recuperar el respeto de la mujer de su vida. El respeto de los convictos ya lo tiene, que lo idolatran en el penal al reconocerlo como aquél que empleó cualquier triquiñuela para evitar o aliviar las consecuencias de sus andanzas delictivas.

En la anteúltima secuencia, Kim se presenta en la penitenciaría como la abogada de Jimmy. En la escena en blanco y negro, comparten un cigarrillo, donde la llama y la brasa, son lo único que tiene color. La complicidad de otrora es palpable, si hasta tiene cierto tono jocoso; mencionan los 86 años de condena quién sabe, con buena conducta...

Cuando Kim es escoltada a la salida y Jimmy salió al patio, la ve tras varios vallados, ella camina alejándose pero justo antes de desaparecer en un recodo, se da vuelta para mirarlo, es un cliché que todos estábamos esperando, quizá el único de toda la serie, justo antes de los títulos finales.

*

Cuando salió del cuarto me vestí a las apuradas para bajar a abrirle. Se despidió con un beso escueto. La miré cruzar la avenida. Caminó a paso firme pero sin apuro. Los rayos inclinados del sol de enero brillaban en sus rulos azabaches y transparentaban la solera bermellón. Justo antes que subiera al auto, esperé que girara a verme, pero no lo hizo.

No puedo eliminar mis desatinos, ni regresar al momento que me crucé con Medusa, hace tanto ya. No sostenerle la mirada, sino mirar cauto al piso; y así, evitar convertirme en la piedra que recogió Natalie. Esa tarde no me estaba preguntando por mis planes, sino que intentaba averiguar qué era lo que yo quería. Si me hubiese emplazado, preguntándomelo sin posible escapatoria, quizás yo hubiese logrado relajarme, no hablar de planes, confesar lo que en verdad deseaba que pasara. Tal vez, podría haber articulado algo simple, cándido y hermoso. Hubiese evitado esa despedida que no deseaba, y sobre todo, la amenaza de su último mensaje:

 "Ya llegará alguien que te vuelva a mover el piso"





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